Winston S. Churchill vivió noventa años y a través de ellos siempre se destacó y llegó a ser probablemente el inglés más importante del siglo XX. Pero también durante esos agitados años presentó, como cualquier ser humano, muchos quebrantos de alud tanto física como mental, algunos de poca importancia, así como otros graves que no dudarlo pusieron en peligro su vida.La medicina de la segunda mitad del siglo XIX, cuando nació Churchill, se basaba fundamentalmente en criterios clínicos. No se conocía la causa de muchas enfermedades y la mayoría de los microorganismos responsables de las infecciones estaban por descubrirse. Tampoco se habían desarrollado ayudas diagnósticas tan valiosas como por ejemplo los rayos X y pruebas de laboratorio que podían apoyar al clínico a confirmar sus diagnósticos, y así el manejo de casi todas las enfermedades era muchas veces empírico, pero en ocasiones tenía alguna lógica y respaldo científico. En la primera mitad del siglo XX los avances de la medicina fueron extraordinarios. Durante esa época muchos estudios paraclínicos y medicamentos fueron desarrollados y llevados a la práctica, lo que trajo como consecuencia una significativa baja en la mortalidad tanto de niños como de adultos. Esta época también la vivió Churchill, y todos aquellos progresos médicos indudablemente lo sacaron de situaciones patológicas difíciles.A través de esta investigación puede notarse que Winston Churchill no era el paciente ideal. Desconfiaba de los médicos y era amigo de la automedicación, pero tuvo la fortuna de contar con los servicios profesionales de eminentes y abnegados galenos como Robson Roose en su infancia y adolescencia, y Charles Wilson, más tarde Lord Moran, desde 1940 hasta su fallecimiento. Además de ellos contó con el concurso de notables especialistas de diversas disciplinas médicas que ocupaban destacadas posiciones en la medicina inglesa de la época.El fantasma de la depresión que él denominaba "perro negro" que siempre lo perseguía o lo acompañaba, le confirió una posición especial en frente a la medicina y a los médicos, como le ocurrió a siete de sus antepasados incluyendo al fundador de la dinastía familiar John Churchill, primer duque de Marlborough.En esta historia médica de Sir Winston Spenser Churcill, se pretende presentar a los lectores en orden cronológico todos los quebrantos de salud que padeció este personaje a lo largo de su vida, comentarios analizarlos a la luz del momento en que los pdeció y compararlos con lo que la medicina de finales del siglo XX hubiera podido ofrecer al que Inglaterra y el mundo entero lloró el 24 de enero de 1965, día de su desaparición.Ricardo Rueda González
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